La nevada del siglo: Yo estuve allí

«Año de nieves, año de bienes» (Refranero Español)

8 de enero de 2021

No iba a ser un día normal. «Filomena» la terrible borrasca de la que llevábamos hablando una semana empezaba a mostrar sus «patitas. » La «Nevada del Siglo» se acercaba.

En Madrid, ciudad en la que nací y vivo, los copos de nieve empezaron a caer a las 12 del mediodía. El día anterior ya habíamos visto una pequeña nevada que no ocasionó ningún problema grave y las calles estuvieron limpias. «Filomena» nos avisaba de su inminente llegada.

Pero volvamos al día de marras.

El viernes 8 a las 12 del mediodía empezó a nevar. Tenía que trabajar por la tarde en la radio «Onda Madrid» para mi tertulia de los viernes con mis amigas y compañeras conocidas como «Chicas Hermida». Al mando Nieves Herrero dirigiendo «Madrid Directo» y ya sabía que en nuestra sección «Ellas» trataríamos el tema de la tormenta como cada viernes que hablamos de la actualidad.

Estaba tranquila. Haría la conexión por teléfono, como otros muchos viernes y no saldría a enfrentarme a esa barbaridad llamada «Filomena» y calentita en casa vería la nieve desde la ventana.

Mi sorpresa llegó 2 horas después cuando me convocaron para ir a la radio. No podíamos estar todas por teléfono por si se caían las líneas, por lo que me citaron para estar presente en el estudio.

Lo primero que dije en el micrófono y en directo, claro está, es que había llegado a las instalaciones de «TeleMadrid» en la Ciudad de la Imagen, por la M 40 y pasé el parte de la situación:

  • En la M 40 está empezando a cuajar la nieve
  • No me he cruzado con ninguna quitanieves
  • Y no he visto ni un gramo de sal

A las 7 de la tarde me monté en el Taxi para volver a casa. Observamos un poco asombrados, que la nieve seguía cuajando y aunque se podía circular con muchísima precaución, no habían pasado las quitanieves.

Pensábamos que estarían en la M 40 limpiando una de las arterias principales y todo estaría bajo control.

Vimos problemas en varias salidas. Daba igual que fueran cuesta arriba, los coches patinaban y no podían subir, o cuesta abajo, coches cruzados que habían derrapado. Empezábamos a ver muchos problemas pero seguíamos circulando con precaución. El objetivo era llegar a casa antes de caer en la ratonera en la que luego se convirtió la M40.

Nos daba rabia ver que aunque los carteles anunciaban que no circuláramos por la izquierda había coches que no cumplían esa orden. Gran error.

Ese carril despejado hubiera facilitado la llegada de las ansiadas quitanieves.

Y el caos llegó.

Vimos que delante los coches se paraban, no se podía circular, todos los carriles estaban colapsados. Y nuestra peor pesadilla nos abofeteó de lleno.

  • Había atasco
  • Teníamos que parar.
  • La hilera de coches era interminable
  • Era difícil que llegara la ayuda

Estuvimos en ese mismo sitio unas 6 horas. Sin nadie que viniera a interesarse por nosotros aunque los carriles en dirección contraria estaban vacíos. Ni Policía, ni Guardia Civil, ni quitanieves, nada. NADIE

Oíamos en la radio que el ejército estaba en la calle. Pero cerca de la salida 57 de la M40 dirección aeropuerto seguíamos abandonados.

Os lo cuento en plural porque esta pesadilla la viví con el conductor del taxi. Armando. Al que yo llamo «mi guardián». Ya se ha convertido en mi protector y buen compañero de esta terrible experiencia.

Seguía nevando.

En un momento de la noche apareció un Guardia Civil instándonos a mover los coches para que su 4×4 pudiera pasar y mover los coches de delante que estaban accidentados. Nos pusimos manos a la obra. Empujando coches a los que teníamos que poner mantas en las ruedas para que no resbalaran y así poco a poco hicimos un pasillo y la Guardia Civil pasó.

Seguía nevando. Seguía nevando. Seguía nevando….

Ya llevábamos muchas horas y por fin vimos que venía una «pequeña» quitanieves. No iba limpiando muy bien porque la capa de nieve acumulada iba aumentando y el frío de la noche hacía que se congelara por lo que no pudimos aprovechar la huella que dejaba ya que no echaba sal. ¿En serio?

¡¡¡No esparcía sal!!!

No hace falta decir que seguía nevando sin parar, que se levantó una ventisca que el agua te hacía daño en la cara, que la temperatura bajaba y que no veíamos el fin.

Fue cuando empezamos a racionar la gasolina por lo que teníamos que apagar el motor hasta que el frío nos hacía volver a encenderlo y poner un poco la calefacción y recargar los móviles. Vigilábamos el tubo de escape para que la nieve no lo cubriera y manteníamos el tipo como podíamos.

No nos olvidemos que estamos con la pandemia del Covid, por lo que Armando y yo no nos quitamos la mascarilla en ningún momento y cada cierto tiempo bajábamos las ventanillas para limpiar el aire. Esto hacía que la nieve entrara en el coche, que el frío fuera terrible y que el poco calor que tenías lo perdieras.

Al ver que el tiempo pasaba y no venía nadie a rescatarnos y pasaban 4×4 (nunca he deseado tanto tener un coche con tracción en las 4 ruedas) decidimos intentarlo.

Como habíamos hecho el pasillo para que pasara la Guardia Civil, no sin problemas nos pusimos otra vez en marcha para salir de esa ratonera. Anduvimos unos kilómetros con muchísima precaución y cuando quedaban 3 km para llegar a casa en una pequeña cuesta nos volvimos a quedar atascados.

Nosotros y todos los que venían detrás por lo que ya fuimos conscientes que no había nada que hacer. Que ahí nos quedábamos hasta que vinieran a por nosotros.

Y así estuvimos 15 horas.

¡¡¡15 horas!!

Pasando frío. Sintiéndonos abandonados. Viendo como la nieve no dejaba de caer y cada vez crecía más la capa cuajada en el suelo.

Armando compartió sus galletas y un plátano. Nuestros únicos alimentos junto con caramelos de menta que siempre llevo. Pero he de decir que yo estaba tan en shock que no tenía ni hambre.

Después de estas 15 horas que no voy a olvidar en mi vida apareció un camión de bomberos.

¿Os imagináis la alegría?

Me dio tal subidón que me lancé como una loca a suplicarles que nos rescataran. Con la nieve por las rodillas, bajo la ventisca pues seguía nevando, destemplada y cansada porque no había dormido ni un minuto, lloré de la emoción.

Siempre he admirado a los bomberos y en ese momento eran mis héroes.

Me tranquilizaron, me aseguraron que nos sacaban de los coches, me dieron serenidad y me ayudaron a pasar la mediana de la carretera para llegar a un hotel cercano, cerrado por la pandemia, pero los de seguridad nos abrieron las puertas. Gracias Hotel Dome.

Sentirte bajo techo, poderte secar con toallas, tener acceso a un lavabo y poder caminar por el hall después de 15 horas sentados en un coche era el mayor de los lujos.

Los bomberos llevaban mas de 24 horas trabajando sin parar, estaban agotados pero seguían rescatando a mas gente que estaba en la carretera por lo que sacarnos del hotel era imposible.

Lo entendimos rápidamente.

Pasaban las horas y seguíamos en el hotel recibiendo a mas rescatados. Sabiendo y entendiendo que los bomberos tenían prioridades, un grupo, «mi guardián» incluido, decidimos salir a la estación de metro más cercana que estaba como a un kilómetro y medio.

En circunstancias normales no llevaría mas de 10 minutos, pero la cantidad de nieve caída, el frio que teníamos, el cuerpo destemplado, la ventisca que no paraba y lo cansados que estábamos, más de media hora después llegábamos a la estación de Las Tablas. Cuando entramos y nos volvimos a encontrar refugiados poco nos faltó para tirarnos al suelo y besarlo como hacía el Papa Juan Pablo II.

Ya íbamos para casa. El horror llegaba a su fin.

20 horas después de que empezara esta pesadilla llegué a mi casa.

HOGAR DULCE HOGAR

Atasco en la M 40 Filomena 2021

2 comentarios en “La nevada del siglo: Yo estuve allí

  1. Qué angustia! Cuando has contado lo del camión de bomberos, tu reacción… la piel de gallina. Los que seguimos tus mensajes en las redes durante la pesadilla no dejábamos de escuchar las noticias a ver si se veía la luz al final del túnel, pero solo aumentaba nuestra frustración y preocupación. Bien por los bomberos, el hotel Dome, todos los que os ayudaron, y por supuesto gracias a Armando, tu guardián.

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